viernes, 13 de diciembre de 2013

La música. Una terapia del Alma.


La música ha acompañado siempre al ser humano. En otras épocas se reconoció su influencia activa en la salud, y mereció, por consiguiente, un trato especial dentro de la educación.

El poder que ejerce la música sobre el ánimo del ser humano es evidente, y sobre ello se llegó ya a crear un importante tema de discusión en la antigua Grecia. El razonamiento principal era sencillo: siendo la música armonía, y existiendo afinidad entre la naturaleza del alma y la de la música, esta puede ayudar a recobrar el equilibrio perdido en nuestro interior, como si se tratara de una terapia profunda y purificadora para el alma. Así, en el s. V a. C., la educación se centró en ejercicios de gimnasia y música para lograr valentía, sentido del deber y del honor.
 Además, es conocido que la práctica y la teoría de la música tuvieron una profunda influencia en todos los niveles de la sociedad: ritos, banquetes y las más cotidianas tareas del trabajo diario (como hornear el pan) se realizaban con el acompañamiento de melodías y cantos creados específicamente para cada ocasión.

Esparta, al parecer, fue la ciudad donde primero se instauró la enseñanza musical (Licurgo), y más tarde en Atenas (Solón), y duraba hasta los treinta años según la ley. En general, se puede hablar de tres grados: primero se enseñaba a cantar y tocar instrumentos, lectura y comprensión de poesías, y dos grados posteriores donde el adiestramiento se ampliaba en conjuntos de danzas y bailes. Algunos de los textos corales más antiguos conservados son los Pártenos de Alcmán (que nos introducen en una actividad de las jóvenes espartanas del siglo VII a. C.), en que canto, poesía y danza son elementos esenciales de una celebración religiosa. Manifestaciones culturales similares llegaron a las colonias mediterráneas, como por ejemplo, en Emporion (Gerona, España).

Cortesía: Revista Esfinge- Nueva Acrópolishttp://www.revista-esfinge.com

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